Es bueno soñar con hacer proezas y desear lo bueno, pero todo será
una ilusión y fantasía si no comprendemos que para lograrlo hay que
asumir responsabilidades. Cada vez que subes de nivel también asumes
nuevos compromisos. No se escucha que las personas los pidan, al
contrario, es más común escuchar que los evaden. Los grandes hombres de
la Biblia tomaron responsabilidades, incluso mayores que sus fuerzas.
Debemos dejar de lado la actitud de evasores que dicen: “zafo” o “Fíjese
que” al buscar excusas. Para ser líder debes aprender a dar la cara y
decir: “Aquí estoy, soy el responsable”.
Cuando estudiaba en el colegio, yo era un gran evasor. Delegaba todas mis tareas, pero conocí al Señor durante el último año de bachillerato y todo cambió. Ese año aprendía a estudiar y a creer por lo que mis padres veían en mi. De esa forma, comencé a subir de nivel y a crecer en bendiciones. En la Biblia también podemos saber sobre grandes evasores como el Saúl, quien siendo el rey y el hombre más grande del pueblo, evadió el enfrentamiento con Goliat. Jonás también huyó de la misión que Dios le encomendó de predicar en Nínive. A nadie le gustan las personas que evaden porque no se puede confiar en ellas.
1 Samuel 3:1 El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.
Al hablar de responsabilidades vienen a mi mente las carreras de
relevos en las que unos entregan la estafeta a otros. Pienso que en
nuestra vida es muy similar, ya que somos sucesores que recibimos
herencia de nuestros antecesores. Somos quienes continuamos lo que ellos
iniciaron. En los cielos tenemos millones de antecesores, ellos nos
apoyan, pagaron un precio para que nosotros podamos recibir bendición y
avanzar. Algunos podrán decir: “Yo no tengo quien me entregue la
estafeta, mi padre no ha hecho nada que pueda heredarme”. Pero eso no es
excusa porque la Palabra nos habla de Samuel, un niño de tres años,
hijo de una mujer estéril que le prometió a Dios entregarle a su
primogénito si le hacía el milagro de concebir. A Samuel no le
correspondía recibir la estafeta, no era de la línea sacerdotal, pero
llegó al templo a las órdenes del sacerdote Elí y asumió el papel
sucesor. En ese tiempo, no había visión ni Palabra. Los hijos de Elí,
los verdaderos sucesores no eran dignos, pecaban, por eso, Samuel tomó
la estafeta, ya que Dios decidió despreciar a quienes lo tenían en poco.
¿Cómo sería tu vida, tu país, tu entorno si dijeras: “yo tomo la
estafeta y asumo mi responsabilidad”? ¡Toma lo que nadie quiere, eso a
lo que todos le huyen! Samuel lo hizo y Dios lo respaldó.
En mi caso, recuerdo que tomé la estafeta de desarrollar la escuela dominical de la iglesia que hoy se llama Iglekids. Soy ingeniero agrónomo, pero asumí el reto y mi pastor confió en mi. Quizá no era el ministerio más llamativo, tal vez era difícil, pero asumí la responsabilidad y fue un éxito con el apoyo del equipo que conformamos.
José es otro ejemplo de alguien que asumió la responsabilidad y tomó
la estafeta incluso en la peor circunstancia, como esclavo. Este hombre
no despreció ninguna oportunidad por pequeña que pareciera y fue de
bendición siempre, incluso a Potifar, su amo egipcio. Tus estafetas de
hoy son entrenamiento para las futuras oportunidades que llegarán. Tu
proeza es asumir tu responsabilidad, hacer lo que te corresponden. El
mundo está sediento de gente responsable que haga lo que debe.
Jesús también tomó Su estafeta, y dijo: “Padre qué hay que hacer, ya enviaste a Moisés y a los profetas a rescatar, ahora Yo tomaré la responsabilidad”. ¿Tu vida es difícil? Jesús te dice: “No temas, Yo tomaré la responsabilidad contigo”. Cuando sientas que la carga es mucha, recuerda que Él cargó con tus enfermedades y pecados, porque decidió morir para que tú no murieras. Cierra tus ojos y piensa en todas las estafetas que han estado frente a ti, aquellas pequeñas o grandes responsabilidades y oportunidades. ¡Decídete a no dejar pasar una más!
Si has estado en un batalla contra tu pecado no sueltes la estafeta que tienes asignada. La responsabilidad es una llave que abre puertas de oportunidad. La próxima vez que alguien pregunte: “¿Quién puede hacer esto?”, tú responderás: “Yo lo haré”. Dile al Señor: “Tomo el riesgo de llegar a un nuevo nivel de responsabilidad”.
Cuando estudiaba en el colegio, yo era un gran evasor. Delegaba todas mis tareas, pero conocí al Señor durante el último año de bachillerato y todo cambió. Ese año aprendía a estudiar y a creer por lo que mis padres veían en mi. De esa forma, comencé a subir de nivel y a crecer en bendiciones. En la Biblia también podemos saber sobre grandes evasores como el Saúl, quien siendo el rey y el hombre más grande del pueblo, evadió el enfrentamiento con Goliat. Jonás también huyó de la misión que Dios le encomendó de predicar en Nínive. A nadie le gustan las personas que evaden porque no se puede confiar en ellas.
1 Samuel 3:1 El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.
1 Samuel 2:22-24 explica: Pero Elí era
muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo
dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de
reunión. Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de
todo este pueblo vuestros malos procederes. No, hijos míos, porque no
es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová.
1 Samuel 2:29-30 dice: ¿Por qué habéis
hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el
tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo
principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? Por tanto, Jehová
el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre
andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca
yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me
desprecian serán tenidos en poco.
1 Samuel 3:19 dice de Samuel: Y Samuel creció, y Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.
En mi caso, recuerdo que tomé la estafeta de desarrollar la escuela dominical de la iglesia que hoy se llama Iglekids. Soy ingeniero agrónomo, pero asumí el reto y mi pastor confió en mi. Quizá no era el ministerio más llamativo, tal vez era difícil, pero asumí la responsabilidad y fue un éxito con el apoyo del equipo que conformamos.
Génesis 39:5 relata: Y aconteció que
desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová
bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová
estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo.
Génesis 39:22 dice: Y el jefe de la cárcel
entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en
aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía.
Génesis 41:40 cuenta lo que dijo Faraón: Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.
Luego, la esposa de Potifar intentó seducirlo y lo acusó de abuso,
por lo que fue enviado a prisión. Pero hasta en la cárcel obtuvo una
nueva estafeta, una nueva responsabilidad que lo prepararía para llegar
con Faraón y ser puesto como autoridad. Finalmente, José cumplió su
llamado de bendecir a su familia, tal como ¡tú bendecirás a la tuya!
Génesis 45:5 relata: Ahora, pues, no os
entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para
preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.
Jesús también tomó Su estafeta, y dijo: “Padre qué hay que hacer, ya enviaste a Moisés y a los profetas a rescatar, ahora Yo tomaré la responsabilidad”. ¿Tu vida es difícil? Jesús te dice: “No temas, Yo tomaré la responsabilidad contigo”. Cuando sientas que la carga es mucha, recuerda que Él cargó con tus enfermedades y pecados, porque decidió morir para que tú no murieras. Cierra tus ojos y piensa en todas las estafetas que han estado frente a ti, aquellas pequeñas o grandes responsabilidades y oportunidades. ¡Decídete a no dejar pasar una más!
Génesis 45:8 comparte lo que dijo José: Así,
pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por
padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la
tierra de Egipto.
Jesús también nos entregó una estafeta al pedirnos que hiciéramos
discípulos. Nos compartió la responsabilidad, ¡nos convidó el Reino! No
hay nada más importante que tomar lo que sabes que debes hacer. No
busques más excusas, este es el momento de decidirte y no evadir más tus
responsabilidades. Ya no huyas, dile al Señor: “Aquí estoy, Señor, heme
aquí, envíame a mi”. Claro que vendrá presión por la responsabilidad,
pero es lo mejor, nada bueno viene sin esfuerzo. ¡Nuestro país cambiará
cuando asumamos nuestro papel, cumplamos lo que nos toca y también lo
que no nos toca!Si has estado en un batalla contra tu pecado no sueltes la estafeta que tienes asignada. La responsabilidad es una llave que abre puertas de oportunidad. La próxima vez que alguien pregunte: “¿Quién puede hacer esto?”, tú responderás: “Yo lo haré”. Dile al Señor: “Tomo el riesgo de llegar a un nuevo nivel de responsabilidad”.
Fuente: Casa de Dios